¿Cómo se gana el primer cuchillo?
Las cárceles venezolanas superan su capacidad para albergar a los reclusos. Para el año 2006, se contabilizaron más de 1200 reos por encima del límite con el que cuentan los retenes de nuestro país. El hacinamiento, las enfermedades contagiosas, los enfrentamientos internos, maltratos, violaciones, salvajismo y una infinidad de palabras podrían dar al lector una pequeña idea de lo que representa pasar un día en una cárcel venezolana. En “La Planta” nadie sobrevive sin un arma, lo difícil es conseguirla.
Los venezolanos hablamos de las cárceles como si estuviéramos contando un cuento de terror. Pero sigue siendo eso, un cuento. Escuchamos historias cercanas de gente que ha estado presa y que ha vivido las peores atrocidades que alguien pudiera imaginar. Como si no fuera suficiente con toda la saga de la película Juegos Macabros.
Pero de eso se trata una cárcel venezolana, de un verdadero juego macabro. En una de esas tantas historias, escuché cómo logra un recluso obtener su primera arma en La Planta, reclusorio ubicado en las cercanías de la urbanización El Paraíso.
Todo reo de La Planta comienza su carrera de subsistencia “ganándose” un cuchillo. Al ingresar al centro penitenciario todo sujeto se convierte inmediatamente en carroña para los veteranos zamuros que custodian los pabellones. Los reos, para mostrar su jerarquía y poder buscarán violar en la primera noche al recién ingresado. Pongámosle nombre a ese sujeto para no dejarlo sencillamente como uno más del montón, hoy le tocó a Alexander.
Alex, como lo conocen sus amigos, llegó a la planta luego de ser acusado de posesión ilícita de sustancias narcóticas; es decir, su amigo llevaba cocaína en el carro cuando la guardia los detuvo. Ambos fueron sentenciados a 5 años de prisión en La Planta. El amigo de Alexander no pasó de la primera noche.
Por suerte para Alexander —–aunque no es la expresión precisa— su buen porte físico provocó que uno de los reclusos quisiera convertirlo en su “novia”. Esto implica que ambos deben luchar, con los brazos atados entre ellos, para decidir si el reo tiene “derecho” de violar al recién ingresado. Para el nuevo la cosa es más complicada, si no quiere ser violado, debe asesinar a su contrincante o en su defecto dejarlo en condiciones en las que no pueda seguir luchando. El premio que puede recibir Alexander es un cuchillo.
La batalla no duró mucho, Alexander sin saber muy bien lo que hacía y gracias al estado narcótico en el que estaba su oponente logró clavar una puñalada certera en el costado del otro recluso, quién cayó al suelo inmediatamente. Alexander estaba vivó, con un cuchillo en la mano y escapó de su primer intento de violación. Pero todo estaba apenas comenzando, tan solo era la primera noche en aquel pandemonium.
Para más información sobre el tema haz click aquí: http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/8341/asi-se-vive-en-las-carceles-de-venezuela/
Las cárceles venezolanas superan su capacidad para albergar a los reclusos. Para el año 2006, se contabilizaron más de 1200 reos por encima del límite con el que cuentan los retenes de nuestro país. El hacinamiento, las enfermedades contagiosas, los enfrentamientos internos, maltratos, violaciones, salvajismo y una infinidad de palabras podrían dar al lector una pequeña idea de lo que representa pasar un día en una cárcel venezolana. En “La Planta” nadie sobrevive sin un arma, lo difícil es conseguirla.
Los venezolanos hablamos de las cárceles como si estuviéramos contando un cuento de terror. Pero sigue siendo eso, un cuento. Escuchamos historias cercanas de gente que ha estado presa y que ha vivido las peores atrocidades que alguien pudiera imaginar. Como si no fuera suficiente con toda la saga de la película Juegos Macabros.
Pero de eso se trata una cárcel venezolana, de un verdadero juego macabro. En una de esas tantas historias, escuché cómo logra un recluso obtener su primera arma en La Planta, reclusorio ubicado en las cercanías de la urbanización El Paraíso.
Todo reo de La Planta comienza su carrera de subsistencia “ganándose” un cuchillo. Al ingresar al centro penitenciario todo sujeto se convierte inmediatamente en carroña para los veteranos zamuros que custodian los pabellones. Los reos, para mostrar su jerarquía y poder buscarán violar en la primera noche al recién ingresado. Pongámosle nombre a ese sujeto para no dejarlo sencillamente como uno más del montón, hoy le tocó a Alexander.
Alex, como lo conocen sus amigos, llegó a la planta luego de ser acusado de posesión ilícita de sustancias narcóticas; es decir, su amigo llevaba cocaína en el carro cuando la guardia los detuvo. Ambos fueron sentenciados a 5 años de prisión en La Planta. El amigo de Alexander no pasó de la primera noche.
Por suerte para Alexander —–aunque no es la expresión precisa— su buen porte físico provocó que uno de los reclusos quisiera convertirlo en su “novia”. Esto implica que ambos deben luchar, con los brazos atados entre ellos, para decidir si el reo tiene “derecho” de violar al recién ingresado. Para el nuevo la cosa es más complicada, si no quiere ser violado, debe asesinar a su contrincante o en su defecto dejarlo en condiciones en las que no pueda seguir luchando. El premio que puede recibir Alexander es un cuchillo.
La batalla no duró mucho, Alexander sin saber muy bien lo que hacía y gracias al estado narcótico en el que estaba su oponente logró clavar una puñalada certera en el costado del otro recluso, quién cayó al suelo inmediatamente. Alexander estaba vivó, con un cuchillo en la mano y escapó de su primer intento de violación. Pero todo estaba apenas comenzando, tan solo era la primera noche en aquel pandemonium.
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